Mientras se profundiza el modelo colonial, desde los voceros de anteriores gobiernos se pondera el problema de la falta de dólares, sin explicar qué hicieron al respecto cuando conducían los destinos de la Patria.

Si en 1810 fuimos libres políticamente, gracias a esos hombres heroicos que siempre recordamos, no podemos afirmar lo mismo de los que les sucedieron: 

que lejos de conquistar nuestra independencia económica, han perdido el tiempo para entregarnos a una situación de verdadero coloniaje, como nunca el país había soportado antes. 

Podemos decir que la oligarquía, servida por hábiles políticos, no solamente cometió delitos contra el país, sino algo más grave aún: 

Tuvo sojuzgadas numerosas generaciones de argentinos a los que disoció en sus verdaderos valores. Y así, etapa tras etapa, llegamos hasta nuestros días. (…) 

Dirigían al Estado con prescindencia del interés público y de las necesidades vitales de los trabajadores argentinos, hipotecando la riqueza del país (…) por núcleos foráneos enquistados en el engranaje de nuestra economía.

Juan D. Perón, Doctrina Peronista (1947).

El déficit fiscal no se debe a los salarios de los empleados y funcionarios públicos, ni aún de los que tienen los cargos más altos, sino al saqueo de nuestros recursos y del fruto del trabajo de los argentinos, como se explica en “¿Por qué prende la mentira de la casta?” (Repliegue, 07/07/2024).

La deuda externa, el sistema financiero, el comercio exterior y las inversiones extranjeras han sido desregulados desde la última dictadura, hasta el presente, sin que se hayan modificado en lo sustancial los mecanismos de saqueo.

Sin embargo, mientras el oficialismo profundiza el modelo colonial, CFK se refiere a la falta de dólares como problema estructural de la economía nacional sin indagar en sus causas, ni explicar qué hizo al respecto cuando estaba en el gobierno.

Lejos de las enroscadas especulaciones monetaristas, analizaremos la restricción externa en la postconvertibilidad a partir del estatuto legal del coloniaje, el encuadre ideológico de las políticas económicas y el perfil de las 50 primeras empresas exportadoras.

¿Por qué faltan dólares y hay corridas cambiarias?

En su carta de septiembre de 2024, CFK plantea como problema estructural de la economía argentina la restricción externa, es decir, la falta de dólares, que atribuye a lo que considera una excepcionalidad local: la economía bimonetaria.

Las corridas cambiarias, que define como “una cierta caída de las reservas internacionales y/o en movimientos del tipo de cambio”, son para CFK el factor recurrente de desestabilización política:

Durante las últimas cuatro décadas, coincidentes con el paradigma de valorización financiera instaurado por la última dictadura cívico-militar, Argentina sufrió corridas cambiarias recurrentes, que se interrumpieron temporalmente durante gran parte de la convertibilidad y la presidencia de Néstor Kirchner.

Durante mis dos mandatos enfrenté corridas cambiarias de una persistencia similar a la del alfonsinismo, mayor a las del menemismo, y únicamente superada por la del gobierno de la Alianza. 

Resulta interesante este fragmento ya que, más allá de las críticas formuladas al peronismo, que considera torcido y desordenado, admite la persistencia del modelo de valorización financiera durante la “década ganada”.

En ese sentido, Julio De Vido, quien permaneció como ministro durante todo ese período, plantea el problema de la restricción externa y sus consecuencias durante el gobierno de los Fernández, en estos términos (El Método Rebord, 21/05/2023):

El problema inflacionario, económico y financiero es la falta de dólares. Y somos un país que, en los últimos dos años, rifó 30 mil millones de dólares del Banco Central. 

Por otro lado, el comercio exterior lo manejan 8 empresas (…) Nosotros tenemos un documento liminar, los peronistas, que es la Constitución del ’49. 

El artículo 40° dice claramente que el comercio exterior (…) y todos los recursos energéticos (habla de saltos de agua, etc.) y mineros, son propiedad del Estado. (…)

Mientras CFK habla, moderadamente, de “la reducción del gasto tributario existente por eximiciones, exenciones o promociones a sectores concentrados de la economía”, su ex Ministro de Planificación plantea una vuelta a la Constitución del ‘49.

Pero no hicieron ninguna de las dos cosas durante la “década ganada”, sino que se mantuvo la legislación de la dictadura y de los ‘90s en materia de inversiones extranjeras, de comercio exterior y de regulación de entidades financieras. 

Julio Piumato, Secretario de Derechos Humanos de la CGT, que en aquellos años denunciaba estas inconsecuencias con la Doctrina Peronista, plantea respecto de la continuidad de esa legislación manchada de sangre:

Las consecuencias fueron lapidarias y el retorno de la democracia no sólo no cambió el rumbo sino que conservó y ahondó la estructura de la dependencia. 

Esa es nuestra verdadera vergüenza nacional: que a más de cuatro décadas, se mantenga prácticamente sin cambios el esquema económico de la dictadura.

Pero, antes que nada, es preciso preguntarse: ¿qué fue lo que perdimos con las reformas económicas de la dictadura surgida del derrocamiento del último gobierno peronista?

J. D. Perón: “Me cortaría la mano antes de firmar un empréstito”

El último 1° de julio se cumplieron 200 años del primer empréstito contraído por la Argentina durante el gobierno de Bernardino Rivadavia y también se cumplieron 50 años del paso a la Inmortalidad de Juan Perón, quien terminó de pagarlo un siglo después.

La trascendencia histórica de ese hecho y la repatriación de la totalidad de la deuda externa fueron consignadas en la Doctrina Peronista:

Por primera vez el país no deberá al extranjero ni un solo centavo, con lo cual se cumplirá la afirmación hecha reiteradamente en el sentido de que la República logrará la aspiración (…) de ser económicamente libre y políticamente soberana (…)

Entonces, las decisiones superiores de sus gobernantes no podrán ser influidas por cuestiones foráneas.

Desde el exilio, haciendo un balance del desempeño de su gobierno a la luz de lo establecido por la Doctrina, el General Perón escribió:

Esta independencia económica era indispensable si anhelábamos mantener y consolidar las conquistas sociales ya iniciadas en esos días desde Trabajo y Previsión. 

En un país colonial, como era el nuestro, toda conquista social no puede tener sino un carácter aleatorio (…) Era menester:

  • Recuperar el patrimonio nacional en poder de los capitales colonialistas. 
  • Realizar buenos negocios para “parar” la economía anémica de los argentinos.

La primera reforma fue la financiera, mediante la nacionalización del sistema bancario (…) Esto permitió, por primera vez en nuestro país, un control financiero por el Estado, pues hasta entonces ese era resorte de los bancos extranjeros (…)

Simultáneamente con esto comenzamos a estudiar la realización de la primera etapa de la independencia económica: la recuperación de la deuda y los servicios públicos (…)

Para no sentirme tentado (…), resolví “quemar las naves” declarando que me cortaría la mano antes de firmar un empréstito, porque (…) no era el caso de salir de las llamas para caer en las brasas.

Vemos que, para la concepción Justicialista, la Independencia Económica es inseparable de la Soberanía Política y la Justicia Social. 

El predominio de los grupos capitalistas extranjeros en la economía nacional comenzó con el derrocamiento de Isabel Perón en 1976, porque ella fue la última Presidenta leal a este mandato doctrinario.

Por aquellos años, también se sancionó la Ley 20.840 de 1974, que tipificaba como delito federal la subversión económica. 

A quien “enajenare indebidamente, destruyere, dañare, hiciere desaparecer, ocultare o fraudulentamente disminuyere el valor” del capital de una empresa, se lo penaba con prisión de 2 a 6 años, con los siguientes agravantes:

Las penas señaladas se agravarán en un tercio: a) Si el hecho afectare el normal suministro o abastecimiento de bienes o servicios de uso común; b) Si condujere al cierre, liquidación o quiebra del establecimiento o explotación.

Las penas se elevarán en la mitad: a) Si el hecho causare perjuicio a la economía nacional; b) Si pusiere en peligro la seguridad del Estado (…)”

La mayor parte del elenco estable del poder económico que viene manejando el país en las últimas cuatro décadas podría haber estado encuadrado en ese delito, como vimos en la nota “¿Por qué prende la mentira de la casta” (Repliegue, 07/07/2024). Esa mentira garantiza su impunidad.

1976/2024: Deuda externa y empréstitos a dos manos

El gobierno de Isabel fue el último que no endeudó a la Argentina, exceptuando el breve período de default iniciado por Adolfo Rodríguez Saá. 

A partir de 1976, comenzó este mecanismo de dominación colonial implementado por el imperialismo yanqui y los grandes capitales financieros a partir de los años ‘70s en Latinoamérica. 

Todos los gobiernos que se sucedieron desde 1983 reconocieron la deuda externa ilegítima generada por la última dictadura militar y la agrandaron, cambiando deuda vieja por deuda nueva, pero mayor.

Todos esos gobiernos -aún (o aún más) los que se decían peronistas- no sólo siguieron agrandando la bola de nieve de la deuda externa, sino que también firmaron empréstitos a dos manos, “para entregarnos a una situación de verdadero coloniaje”.

Como se lee en el anterior apartado, Perón vinculaba la cuestión de la deuda externa al dominio de los capitales extranjeros sobre nuestros recursos, por lo cual consideraba que desendeudar al país era indispensable para lograr la independencia económica.

Todo lo contrario a lo que hicieron, a partir de 1983, todos los gobiernos que se dijeron peronistas, que incluso empeoraron las leyes de la dictadura, en cuanto a la desregulación del sistema financiero, las inversiones extranjeras y el comercio exterior. 

En 1977, Alfredo Martínez de Hoz, ministro de economía de la última dictadura, definió la Ley 21.526 de Entidades Financieras en estos términos:

Esto es un cambio de estructura de las instituciones financieras argentinas, una pequeña revolución que va mucho más lejos de lo que la gente ve. Los vamos a cambiar a todos y a cambiar la mentalidad, que es lo importante.

Como dice el informe Leyes de la dictadura (Equipo Sin fin, 2023), estos fueron los lineamientos de dicha reforma:

Junto a la descentralización de los depósitos y la liberalización de las tasas de interés, la Ley 21.526 desreguló el sector, que pasó a buscar sin límites el rédito económico para dejar de fomentar la actividad productiva. 

A lo largo de 40 años, construyó un sistema financiero concentrado, extranjerizado y privatizado. 

Lejos de revertir esta situación, en los ‘90s se profundizó el carácter liberal de la ley de Entidades Financieras, ya que en 1992 “se eliminó el sistema de garantía de los depósitos (…); en 1995, se privatizó el sistema”, y en 1994 se eliminaron: “los requisitos adicionales para el ingreso de entidades de capital extranjero, que a partir de entonces tuvieron igualdad de tratamiento que las entidades nacionales.”

Estas fueron las consecuencias de estas políticas, sostenidas a lo largo de décadas, según el informe citado (Equipo Sin fin, 2023):

  • En junio de 1977, había en Argentina 725 instituciones financieras, esto incluía un centenar de bancos privados y públicos y más de 600 entidades no bancarias, como cooperativas de crédito y compañías financieras. 
  • Hoy, esa cifra se redujo en un 89%: tan sólo 78 entidades financieras permanecen funcionando, 63 son bancos (…) 
  • El sistema financiero se concentró y 10 bancos, en su mayoría extranjeros, controlan actualmente alrededor del 70% del mercado privado.
  • Los bancos públicos pasaron de 34 a tan sólo 13 (…)

En 1992, Michael Camdessus se dirigió en un informe reservado a los bancos internacionales, expresando el balance del FMI respecto de la política implementada por el gobierno de Carlos Menem (Olmos Gaona, 2021):

Entre 1989 y 1990, se ha logrado un considerable progreso en cuanto a la liberalización y privatización de la economía reduciendo los aranceles de exportación y los impuestos a la importación. 

El gobierno de la Argentina desarrolló un programa global a mediano plazo para 1992-1994 que está siendo apoyado por el Fondo a través del acuerdo ampliado (…) Los objetivos:

  • Liberar a la economía de las restricciones de décadas de regulación excesiva e intervención del Estado (…);
  • regularizar la situación de la deuda externa (…)

La privatización de las empresas públicas y otros activos del Estado están siendo utilizados para mejorar la eficiencia, ampliar el alcance del sector privado.

Además, las reglamentaciones anticompetitivas en áreas tales como puertos, transportes y legislación laboral se están dejando sin efecto, completando las seguridades de los inversores.

Respecto de esta política de reformas neoliberales, en su obra “Deuda o Soberanía: verdades ocultas de la dependencia”, dice Alejandro Olmos Gaona: 

El FMI había otorgado al gobierno nacional un crédito “stand by” y el Banco Mundial un crédito financiado con el BID, para poder financiar la reforma del Estado a que se había comprometido el gobierno de Menem.

El préstamo del Banco Mundial tenía previsto, en una primera etapa, la baja de 53.000 agentes públicos, y, en una segunda, de 131.000 más (…)

El tema del despido de los agentes públicos, como símbolo de un Estado ineficiente, fue uno de los principales objetivos del FMI, para instrumentarse en los planes de reformas estatales, como condición para (…) los acuerdos “stand by” (…)

Decía el General, como ya se citó, que toda conquista social es aleatoria en un país colonial. Esto se ratificó en los ‘90s: “la tasa de desempleo subió en la Argentina de manera alarmante y, en 1995, fue del 18,6%” (Olmos Gaona, 2021).

En 1995, Néstor Kirchner, entonces Gobernador de Santa Cruz, recibió a Carlos Menem en El Calafate y manifestó que acompañaba “el proceso de transformación y cambio que la República Argentina debe llevar adelante”, además de compararlo con Perón.

Pero el proceso llevó a la crisis económica de 2001, motivada por el recurrente problema de la falta de dólares, agravado por la deuda externa y la debilidad frente a los acreedores externos. 

La postconvertibilidad se inauguró con una traición al peronismo, como fue la derogación de la Ley de Subversión Económica, en mayo de 2002.

El FMI se oponía a esa ley promulgada por Isabel Perón, ya que ponía en peligro a los banqueros y empresarios que vaciaron la plaza de dólares, con información privilegiada respecto del “corralito” que iba a decretar Cavallo.

Si consideramos el gigantesco desfalco al Estado que fueron las privatizaciones, que en parte analizamos en otros artículos (Repliegue, 07/07/2024), esa ley habría permitido la recuperación del patrimonio nacional, sin cometer irregularidades.

Pero se desaprovechó la oportunidad. Durante la “década ganada”, aunque el discurso oficial decía lo contrario, continuaron los negocios de los mismos de siempre y siguieron renegociando la deuda, como los gobiernos anteriores.

Se hablaba de “desendeudamiento”, lo cual intentaban fundamentar diciendo que el porcentaje de la deuda sobre el PBI era menor que en otros tiempos. En la carta de octubre de 2024, CFK utiliza esa palabra para caracterizar todo el período 2003-2015.

Pero la deuda se incrementó como resultado de las renegociaciones, al contrario de lo que hizo Perón: repatriar el 100% de la deuda y firmar 0 empréstitos, es decir, solucionar el problema de la deuda vieja sin contraer deuda nueva. 

En todos los acuerdos de la “década ganada”, se renunció a la soberanía nacional: cedieron la jurisdicción a tribunales extranjeros (Londres o Nueva York) y desconocieron a la Justicia argentina, que en 2002 había declarado ilegítimo el origen de la deuda externa. 

Hay que admitir que el pago anticipado de la totalidad de la deuda con el FMI en 2005 permitió liberarnos durante varios años del yugo de ese organismo multilateral, que es una herramienta política del capital financiero global.

Sin embargo, se trataba de una deuda ínfima desde el punto de vista económico. El principal desafío era la deuda con los tenedores de bonos del Estado argentino, los cuales habían adquirido en los canjes ofrecidos por Fernando De la Rúa y Domingo Cavallo.

En la obra citada, Olmos Gaona explica cómo los sucesivos canjes de bonos que se hicieron desde la vuelta de la democracia, agrandaron la deuda que, en definitiva, se originó en la dictadura, con la participación de Cavallo en todo momento.

En 2003, se abrió un nuevo canje de bonos, con una quita importante del capital, hasta 2005, cuando se votó la la Ley Cerrojo, que ponía una fecha límite y declaraba en default a los bonos que no entraran.

De 2005 a 2010, Barclays, Deutsche y Citibank, tres de los bancos más importantes del mundo, compraron por monedas esos bonos que la Ley argentina había declarado en default. 

Sin embargo, en 2010, la consultora Arcadia, vinculada a Boudou y a esos mismos bancos, diseñó un plan de reapertura del canje, ofreciendo mejores condiciones que en 2005, por lo que toda la política de “desendeudamiento” terminó siendo otra estafa más.

En aquella época, parecía estúpido criticar la política de “desendeudamiento”, porque se creía que si el problema se solucionaba, no importaba cómo. 

Pero lo cierto es que no se había solucionado nada, más allá del negocio que hicieron los bancos que compraron bonos baratos y los cambiaron por bonos caros, porque un mínimo porcentaje de bonistas reclamó en la Justicia norteamericana y no aceptó ningún canje.

El hecho de que una minoría no aceptó el canje no es un detalle menor, ya que la Justicia de Nueva York condenó a la Argentina a pagarles la totalidad de la deuda, embargando los pagos a los bonistas que sí habían aceptado.

A partir de la sentencia del Juez Griesa de 2012, que ratificó la Corte Suprema de EE.UU. en 2014, o se le pagaba a todos o no se le podía pagar a nadie.   

Pero la cosa es aún más grave si tenemos en cuenta cómo se beneficiaron los grandes bancos extranjeros con la reapertura del canje de bonos en 2010 y el triste epílogo que fue el acuerdo con el Club de París en 2014. 

Desarrollismo, neodesarrollismo, neoliberalismo y justicialismo

Para caracterizar el modelo económico que imperó durante la “década ganada”, el politólogo Jonas Chaia De Bellis (2023) tomó la clasificación de Bresser Pereira para la historia de Brasil: desarrollismo (1930-1980) y neodesarrollismo (2003-2016):

Desarrollismo Neodesarrollismo Justicialismo(Constitución de 1949)
Se basaba en la industrialización por sustitución de importaciones conducida por el Estado. Se basa en la promoción y gravamen de exportaciones de productos primarios de medio o alto valor agregado. Salvo la importación y exportación, que estarán a cargo del Estado, (…) toda actividad económica se organizará conforme a la libre iniciativa privada, siempre que no tenga por fin (…) dominar los mercados nacionales, eliminar la competencia o aumentar usurariamente los beneficios. Los minerales, las caídas de agua, los yacimientos de petróleo, de carbón y de gas (…) son propiedad (…) de la Nación, con la participación (…) que se convendrá con las provincias. Los servicios públicos pertenecen originariamente al Estado, y bajo ningún concepto podrán ser  enajenados o concedidos. 
El Estado era el principal actor de la acumulación primitiva de capital y empresario en industrias monopólicas. Ya se ha completado “la revolución capitalista”: La burguesía local cuenta con capacidad financiera, managerial e infraestructural, y existen profesionales, emprendedores y obreros capaces de modernizar diferentes sectores de la economía. El capital debe estar al servicio de la economía nacional y tener como principal objeto el bienestar social. Sus diversas formas de explotación no pueden contrariar los fines de beneficio común del pueblo argentino. 
Desplegaba agencias estatales y programas de política industrial (combinadas con planificación económica y empresas públicas en sectores estratégicos). Opta por gobernar la macroeconomía: superávits fiscal y comercial, desendeudamiento, tasas de interés moderadas, tipo de cambio competitivo y baja inflación. La organización de la riqueza y su explotación tienen por fin el bienestar del pueblo, dentro de un orden económico conforme a los principios de la justicia social. El Estado, mediante una ley, podrá intervenir en la economía y monopolizar determinada actividad, en salvaguardia de los intereses generales y dentro de los límites fijados por los derechos fundamentales (…)

Como bien aclara Chaia, en nuestro país, además del desarrollismo, implementado primero por Frondizi y después por Onganía, existió el Justicialismo, que se diferencia en cuanto a que éste se apoya en la organización popular en pos de la Justicia Social.

Es por eso que aquí presentamos un cuadro comparativo con las definiciones de desarrollismo y neodesarrollismo (Chaia, 2023), a las que agregamos lo establecido por la Constitución de 1949, que institucionaliza el modelo justicialista.

El desarrollismo siempre se ha enfrentado con el movimiento obrero, sea en la dictadura de Onganía, sea en la pseudo democracia de Frondizi y el Plan Conintes, porque apoya el desarrollo en la explotación de los trabajadores (Repliegue, 27/07/2022).

Pero, aún así, el neodesarrollismo es más próximo al neoliberalismo que a los modelos anteriores, como explica Chaia (2023):

“Mercados fuertes se logran mediante Estados fuertes”, es el modo en que Bresser-Pereira sintetiza la diferencia entre desarrollismo nacional y neodesarrollismo, a la vez que la continuidad entre este último y el neoliberalismo. 

Ahora bien: ¿cómo es posible que desde el enfoque neodesarrollista se afirme que el Estado ha abandonado su rol como empresario, si el kirchnerismo (…) estatizó casi una veintena de empresas privadas (…) incluyendo a la hidrocarburífera Repsol-YPF, una de las empresas más grandes del mundo? (…)

Sobre este punto, Chaia (2023) considera que el kirchnerismo sigue encuadrado en el neodesarrollismo, aún a pesar de las estatizaciones, de las cuales analiza 18 casos, porque:

Si bien los incentivos para intervenir (…) fueron diversos (laborales, sociales, “escándalos” por corrupción, crisis fiscales, abandonos voluntarios de concesiones, etc.), en ninguno hay decisiones de estatización previas a (…) cada crisis particular. 

(No se trata de) decisiones plausibles de ser consideradas como parte de una cosmovisión económica “desarrollista”, “nacionalista” o “dirigista”. Por el contrario, en casi todos los casos el Estado fue la tercera opción (…)

Más allá de los salvatajes de urgencia de algunas empresas públicas que habían sido enajenadas y vaciadas desde los ‘90s, todos los sectores estratégicos de la economía permanecieron en manos de los grandes capitales, mayoritariamente extranjeros.

Mientras que la Ley de Subversión Económica, derogada en 2002, había establecido que aquellos que vaciaran empresas con maniobras fraudulentas debían ir presos, en la postconvertibilidad, se decidió dejarlos impunes y salvar las empresas con dinero público.

Esa es la diferencia entre un gobierno leal al legado de Perón y los gobiernos que son peronistas “sólo de nombre”. El problema que comparten neodesarrollistas y neoliberales es, en última instancia, lo que señalaba el General Perón en su Doctrina (1947): 

Se nos imputa también que estamos haciendo economía dirigida. Algunos pueden tener sus razones para querer que se les beneficie con otro tipo de economía, pero lo que podemos afirmar es que no existe en el mundo un solo país donde la economía sea libre: Cuando no la dirige el Estado en beneficio de todos, la dirigen los grupos capitalistas en beneficio propio.

De la economía dirigida por “los grupos capitalistas”, siempre van a surgir gobiernos que terminan empeorando los males que prometían remediar: déficit, inflación, fuga de divisas, deuda externa, desocupación, pobreza, etc.

Entonces, ¿quiénes ganaron durante la “década ganada”?

Como explican Graggero y Schorr (2016), cuando los problemas mencionados afloran y sobrevienen las crisis, pierden los pequeños empresarios y los trabajadores, pero los grupos capitalistas siguen ganando, lo cual es una constante, desde 1976, hasta nuestros días:

La dependencia estructural (…) respecto de los grandes proveedores de divisas por la vía exportadora queda de manifiesto (…) cuando se coteja la evolución entre 2001 y 2014 de la balanza comercial de la Argentina, la de la elite empresaria y la del “resto de la economía”. 

Desde este recorte analítico surge que en la posconvertibilidad la cúpula registró saldos comerciales fuertemente superavitarios, mientras que el “resto de la economía” operó con desbalances pronunciados. 

Por ejemplo, en 2014 el panel de las 200 líderes tuvo en términos agregados un saldo positivo que orilló los U$D 25.000 millones, al tiempo que el déficit del “resto de la economía” superó los U$D 18.000 millones.

Cuando hablamos de saqueo de nuestros recursos naturales y del fruto del trabajo de los argentinos, no estamos exagerando: los miles de millones de dólares que ganan unos, aún en tiempos de crisis, es riqueza que pierde la economía nacional.

Frente a las decisiones políticas de todos los gobiernos, se observa “un ostensible poder de veto en manos de las grandes firmas”, causadas por las continuidades “del período 1976-2001”, lo que termina socavando el poder político y el sistema democrático.

Graggero y Schorr (2016) hablan de “un elevado nivel de concentración económica de las ventas externas” en la cúpula empresaria: 62% de las exportaciones totales de 2014, en su gran mayoría atribuidas a las primeras 50 de la cúpula.

Hay quienes pensaron que esto podría tener que ver con el viejo anhelo de una burguesía nacional comprometida con la liberación del yugo extranjero, pero si hacemos foco en esas primeras 50 empresas exportadoras, vemos que hay poco de nacional:

  • Las principales comercializadoras y/o procesadoras de granos, en particular de soja (Aceitera General Deheza, Cargill, Bunge, Louis Dreyfus, Nidera, Vicentín, Asociación de Cooperativas Argentinas, Noble, ADM, etc.), 
  • las terminales automotrices (Toyota, Volkswagen, Ford, Fiat Auto, General Motors, Renault, Mercedes Benz, Peugeot-Citroen, Honda), 
  • algunas firmas líderes de distintos segmentos de la industria alimenticia (Molinos Río de la Plata, Molfino, Arcor, Sancor, Peñaflor, Mastellone Hermanos, Nestlé), 
  • varias petroleras (Pan American Energy, YPF, Shell, Esso, Petrobras, Tecpetrol), 
  • un par de mineras (Minera Alumbrera, Cerro Vanguardia), 
  • tres compañías del oligopolio siderúrgico y una del monopolio del aluminio (Siderar, Siderca y Acindar en el primer caso, Aluar en el segundo), 
  • y empresas de distintos rubros de la producción químico-petroquímica (Dow, PBB Polisur, Unilever, Compañía Mega, Monsanto, Bayer, Procter & Gamble).

Dentro de esta lista, al final del mandato de CFK, los capitales extranjeros “concentraban el 51% de las ventas globales, más del 66% de las exportaciones y tenían en conjunto un superávit comercial cercano a los U$S 17.000 millones” (Graggero y Schorr, 2016).

También se podría objetar que sería anacrónico proponer un desarrollo económico independiente del capital extranjero. 

Vale aclarar que, para la Doctrina Peronista (Perón, 1947), la Independencia Económica no implica prescindir de los capitales extranjeros, sino regularlos con los criterios de la Constitución del ‘49 que ya citamos. 

Luchamos contra la dependencia económica y política de la Argentina frente a los capitales extranjeros, ya que es la causa principal de los problemas actuales, pasados y futuros de la economía nacional.

Como dicen Graggero y Schorr (2016):

Sin duda, el predominio económico que ejercen los actores foráneos en el seno del capital concentrado interno es un factor estructural determinante, junto con otros, del cuadro de restricción externa que afronta la economía argentina. 

Si bien se trata de capitales que en la posconvertibilidad jugaron un rol destacado en la generación y la provisión de “dólares comerciales”, también ocuparon un lugar protagónico en la salida de divisas por diversos canales: 

  • Remisión de utilidades y dividendos, 
  • pagos en conceptos de honorarios, 
  • regalías, patentes e intereses, 
  • precios de transferencia asociados con operatorias de comercio exterior y/o a manejos financieros con sus casas matrices (…), etc.

Todo ello se ve potenciado por la vigencia de ciertas “herencias normativas” pesadas del período neoliberal, como: 

  • la Ley 21.382 de Inversiones Extranjeras sancionada durante la última dictadura militar (y ampliada en sus alcances bajo el menemismo), 
  • la totalidad de los Tratados Bilaterales de Inversión suscriptos por el país en el decenio de 1990.

Nuevamente, podemos observar que el saqueo de nuestro país por parte de capitales extranjeros y algunos oligopolios locales es la causa de la cíclica restricción externa que vive nuestro país desde hace décadas, más allá del gobierno de turno.

Esa restricción externa causada por el saqueo de nuestro país es, a su vez, la causa del endeudamiento externo, de la inflación, del déficit fiscal y, en última instancia, del cíclico colapso de nuestra economía, que repercute en más pobreza y desocupación.

Conclusión

Como pudimos ver, en materia de endeudamiento externo, de regulación del sistema financiero, del comercio exterior y de las inversiones extranjeras, durante la “década ganada” continuó el saqueo de nuestros recursos y del fruto del trabajo argentino.

La coyuntura actual de déficit fiscal, falta de dólares e inflación pueden ser consecuencias del liberalismo o del neodesarrollismo, pero jamás del peronismo, aún cuando se trate de gobiernos que llegaron al poder con la foto de Perón y de Evita en la boleta.

Los que ajustaron a los trabajadores y jubilados, y avalaron el saqueo y la fuga de divisas, por más que canten la Marcha y pongan la foto de Perón en los actos, no son peronistas.

Son, en definitiva, los culpables de que hoy en día tantos jóvenes vean al peronismo como una expresión del status quo y no de rebelión contra el saqueo del país y la explotación de los trabajadores.

Sin embargo, es entendible la posición asumida por los miles de compañeros peronistas que han acompañado al kirchnerismo en los distintos momentos de su desarrollo histórico, porque la política es el arte de lo posible.

Todas las críticas expresadas en este artículo no tienen por fin sembrar la división en el Movimiento, sino la unidad, de la única forma que la concibe el peronismo: “Unidad de concepción para la unidad de acción”, para lo cual es indispensable volver a la Doctrina.

Ahora que un payaso mediático llegó al gobierno agitando una motosierra y gritando que “se viene el estallido”, no tuvieron otra cosa para ofrecer que un DNU y una Ley Bases que profundizan el modelo de saqueo que nos trajo hasta acá.

No hubo motosierra, ni licuadora para los grandes capitales, sino para los trabajadores y jubilados. La mentira de la “casta política” sirvió para cubrir los negocios de los mismos de siempre.

Cuando analizamos el saqueo de nuestro país en la Historia reciente, no debemos olvidarnos que en paralelo se dio una disputa con el movimiento obrero organizado ya que, como decíamos al comienzo, lo que ganan los capitales extranjeros, lo pierde el pueblo.

Bibliografía:

Chaia De Bellis, J. (2023). Más Estado y más mercado: las estatizaciones kirchneristas en el programa neo-desarrollista (2003-2015). Ciencia Política, 17(34), 45–80. https://ri.conicet.gov.ar/handle/11336/229561 

Duarte, G. 27/07/2022 La tragedia de un obrero ejemplar. Repliegue. 

Duarte, G. 07/07/2024 ¿Por qué prende la mentira de la “casta”? Repliegue. 

Graggero, A. y Schorr, M., (2016) La cúpula empresaria durante los gobiernos kirchneristas. Realidad económica N° 297. https://ri.conicet.gov.ar/handle/11336/74963  

Olmos Gaona, A. (2021) Deuda o Soberanía: verdades ocultas de la dependencia. Peña Liyo. 

Perón, I. (1974) La Presidente habla a los trabajadores de la energía. Secretaría de Prensa y Difusión.

Perón, J. (1973) La fuerza es el derecho de las bestias. Editorial Síntesis.

Perón, J. (1947) Doctrina Peronista.

Aranguren, J., Borelli J. y Rosende, L. (2023) Leyes de la dictadura. Equipo Sin Fin. 

https://www.lasleyesdeladictadura.com.ar

Audiovisuales:

El Método Rebord #57 – Julio de Vido – 21/05/2023


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