¿Cuál es la causa que
defendemos y por la que
trabajamos?

Trabajamos por una Argentina grande y un pueblo feliz. Somos un eslabón más de generaciones de patriotas que encarnaron un proyecto para construir una gran Nación. Nos proponemos construir una unidad de concepción que nos lleve a una unidad de acción para concretar el sueño sanmartiniano: los Estados Unidos de América del Sur.

nosotros

¿En qué consiste nuestra
unidad de concepción?

  1. Soberanía nacional.
    • Recuperación de nuestras Malvinas, defensa de la Antártida y el Atlántico Sur.
    • Recuperar la visión geopolítica de una Nación en Armas: todas las fuerzas sociales unidas en el mismo objetivo y un Estado que desarrolla capacidades de defensa y recupera poder de decisión. 
  2. Derechos sociales.
    • El desarrollo debe empezar por la reconstrucción del ser humano, de las familias, sus trabajadores, los jubilados y los más pequeños. De nada valen las glorias en el extranjero si la herida de la miseria social sigue presente.
    • El bien común guía el derecho social y exige a cada sector una misión para el conjunto, desde el amor y la solidaridad.
  3. Industrializar y trabajar.
    • Gobernar es crear trabajo, la única salida posible de la miseria.
    • Debemos generar las condiciones para producir lo que necesitamos y garantizar el pleno empleo.
    • Contamos con energía y alimento abundante y económico, dos vectores de competitividad que nos catapultan como el polo industrial de hispanoamérica.
  4. Tradición y cultura nacional.
    • El poliedro que conforma el nuevo orden internacional se nutre de la identidad de cada pueblo.
    • Fortalecer nuestras raíces, apreciando las formas en que éstas se manifiestan en el presente, nos permitirá hacer sonar la nota más hermosa del concierto de las naciones.
  5. Democracia social.
    • Los sistemas de representación partidaria excluyen de la participación política al pueblo y a las organizaciones de su comunidad.
    • El sistema representativo es forma elitista y materialista de ver la sociedad: las decisiones no se guían según la voluntad de quienes sufrirán las consecuencias, sino por una sumatoria aritmética de voluntades individuales, que deposita en ciertos individuos los espacios de poder.
    • Una verdadera democracia debe construirse desde las fuerzas sociales que realizan la comunidad nacional: los trabajadores organizados, los empresarios, los clubes, las fuerzas armadas, la academia y las iglesias.

¿Cómo nos organizamos?

Repliegue se organiza desde el territorio, su editorial y medio de comunicación.

Como la única forma de predicar es con el ejemplo, realizamos acciones concretas para servir nuestra causa en los lugares donde nos organizamos: Capital Federal, La Plata y General Roca. Nuestras ollas populares consisten en una merienda y cena abierta para toda la comunidad, un punto de encuentro entre argentinos desde el cual difundimos la causa y resolvemos derechos sociales.

Como la única salida posible de la injusticia social es el trabajo digno, promovemos talleres de acceso al empleo, difusión de los derechos laborales, armado de Cv, volantes de trabajo, y capacitación en oficios.


Principios que guían nuestro accionar

  1. Nuestra verdadera revolución es la conversión humana: un cambio sincero y comprometido en la mente, el corazón y la actitud de las personas, guiadas por cuatro verdades trascendentales: el amor al prójimo, la solidaridad entre hermanos, la justicia y el bien común.
  2. Debemos cuidar nuestra Casa común, se trata de preservar el medio en el cual el ser humano y su comunidad conviven para que pueda ser disfrutado por las próximas generaciones.
  3. Promovemos la cultura del encuentro. Reemplazamos el descarte por la justicia y el individualismo por el bien común.
  4. Debemos reconocer la existencia de las tensiones naturales del ser humano, con un criterio de cómo superarlas sin pretender anularlas.
  5. Tiempo/espacio. El tiempo es superior al espacio, porque de nada vale ocupar lugares de poder si no es en el marco de procesos de transformación social.
  6. Unidad/conflicto. La unidad es superior al conflicto, porque si entre hermanos se pelean los devoran los de afuera.
  7. Realidad/idea. La realidad prevalece sobre la idea, porque la felicidad y la dignidad de los más humildes es la tarea principal de toda acción social, aunque implique postergar proyectos grandilocuentes.
  8. Todo/parte. El todo es superior a las partes, porque el bien mayor es el que beneficia a todos, trabajando en lo cercano, pero con una mirada hacia el conjunto.
  9. La conducción política es un arte por el cual el ser humano se organiza en el seno de la Comunidad para la realización del bien común.
  10. Promovemos conductores y no caudillos. Se trata de conducir la energía y la voluntad del conjunto hacia sus intereses, más que liderar personas guiadas por intereses particulares con el jefe, desde una visión elitista e ilustrada.
  11. La política es vocación de servicio y construcción de proyectos colectivos, por lo que lo más importante es la conciencia social del pueblo.
  12. La verdadera conducción es aquella que construye la fuerza de su organización desde la calidad humana de quienes la realizan. Poco vale articular y amontonar, si el hedor que contamina nuestros corazones sigue siendo el egoísmo, el individualismo, el corto plazo, el “sálvese quien pueda” y la disputa por espacios de poder.
  13. La Doctrina Nacional ha coronado los principios del amor, la dignidad, la solidaridad y la justicia, que fueron encontrados en las tradiciones humanistas y cristianas de lo más profundo, hermoso y verdadero que existe: el pueblo argentino.
  14. Predicar la causa nacional es más que hablar de ella o formarse en sus teorías o formas de ejecución, es fundamentalmente realizarla, porque “el contagio más intenso es del ejemplo”.
  15. Otros principios fundamentales de la conducción deben ser la economía de fuerzas, pegando en el lugar y el momento justo con toda la energía posible, y la continuidad en el esfuerzo, la persistencia en trabajar por los objetivos propuestos.

Antecedentes de Repliegue

Hace 6 años comenzamos a trabajar sobre una unidad de concepción para los desafíos que la Argentina enfrenta para iniciar un camino de unidad, dignidad y justicia, empezando por los dos desafíos centrales de nuestra época: la soberanía nacional y los derechos sociales.
Soberanía nacional porque en un mundo contaminado por el globalismo, necesitamos recuperar poder de decisión sobre nuestro propio destino.
Derechos sociales porque la dignidad del ser humano son el centro de toda acción política, nacen del bien común: cuando sufre un hermano el dolor trasciende al individuo, se degrada la comunidad y eso afecta la integridad de las personas que la componen.
Después de varios años de trabajo sobre estos dos ejes, vemos un nuevo orden internacional que consolidó distintas expresiones soberanas, sea desde la lógica de las potencias, que se resisten a perder su poder de fuego ante el conglomerado de corporaciones financieras y tecnológicas, o bien desde la lógica de los pueblos, que luchan por realizar su destino según sus propias tradiciones.
El mundo cambió, el grito antiglobalizador dio vida a tres grandes líderes en Occidente, Putin, Francisco y Trump, que con sus diferencias y particularidades hoy ofrecen caminos alternativos a los que se quisieron vender desde la década del 70 en relación a la integración universal. Ha caído en desuso la tan renombrada Agenda 2030 de la ONU, producto del declive del modelo globalista y sus instituciones nacidas tras la posguerra de mediados del siglo pasado.
Hoy emergen expresiones soberanistas en todas partes. Sin embargo, muchas veces caemos en consignas vacías o internas políticas que responden más a las peleas entre caudillos que a la discusión de una nueva agenda para el desarrollo de nuestra Patria.
Argentina, más temprano que tarde, tendrá su expresión soberanista, y el desafío es que ese nacionalismo sea con justicia social, con una mirada de la sociedad de abajo hacia arriba, priorizando ante todo la felicidad de nuestro pueblo.
Enfrentamos un gran desafío para el 2048: mientras la mitad del Atlántico Sur y sus principales islas siguen ocupadas por la potencia británica, se volverá a discutir la Antártida y nuestras capacidades de defensa tienen mucho camino por recorrer para poder protegerla.
La idea de una gran nación de escala continental, fue encarnada hace mucho tiempo, y sólo somos eslabones de una cadena que debemos retomar para que la labor sea más sencilla.
Hoy nos toca dialogar sobre qué queremos como argentinos en el camino de la soberanía nacional y los derechos sociales.
onemos a disposición los 5 ejes y 15 principios para suscitar este diálogo, horizontal y fraterno, velando siempre por auscultar el corazón y las razones del pueblo, único destinatario de los beneficios de la política.